Wednesday, November 19, 2008

El eneagrama, el heptagrama y yo (parte 4)

Hoy abarco la tercer reflexión que me hago a partir de lo aprendido en el curso de semiología, en lo del eneagrama y todo lo demás: necesito dejar de ser marcial y moverme a lo jovial.


 

Aghh, es una tarea muy difícil. El ser marcial me describe como una persona que gusta (o más bien que exige…) del control, en todo, TODO lo que le rodea: gente, amigos, trabao, reloj, en fin, es horrible. Vives con un reloj interno que aun durmiendo, sigue sus funciones. Despierto en la noche y se perfectamente qué hora es.


 

Esto ha traído muchas consecuencias, positivas y negativas.


 

Positivas en el sentido de que he sido una persona que siempre sale a buscar lo que quiere, nunca he esperado a que me den algo (cariño solamente…lo material siempre ha estado resuelto…y es uno de mis grandes problemas). Siempre me he propuesto metas, y siempre las alcanzo. Me gusta dirigir y lo hago bien, me han reconocido por ello.


 

Negativas: el control y la necesidad de tenerlo te lleva a gastar energía, mucha energía. Eso trae consecuencias que ahora tengo: presión arterial alta, colitis nerviosa…claro, no todo es como yo quiero, la gente a veces no es como yo quiero y hay que cargar con ello. El control demanda, el control no tolera.


 

La jovialidad es un polo al que debo moverme: requiere abrirse, y no solo "socialmente", sino mental, espiritual y amorosamente. Esto lo veo muy difícil. El hecho de ser marcial implica precisamente el poner una barrera blindada entre la gente y mis sentimientos. De niño vi que el tener sentimientos estaba mal. Por llorar me pegaban, por demostrar que quería a mis hermanas me pegaban, por reflejar debilidad bueno, era una paliza. Así que terminé por ahí de los 9 años pensando que mejor era no mostrar que había algo dentro de mí. El colmo se dio cuando me rompí el brazo izquierdo jugando futbol. Ni una sola lágrima fue permitida y vaya, de castigo no me llevaron al médico..."que se aguante" dijo aquél que ya perdoné, allá en Moroleón.


 

Así que es una tarea ardua. Dados los proyectos que mencioné en la parte 3 espero lo sea menos. A fin de cuentas tendré que abrirme para poder realizar esa idea de los chiles en conserva. Empezando porque he salido más, entre los trámites y ver ideas, materias primas y demás que necesito he tenido que desempolvarme, así que ahí la llevo. Todo está convirtiéndose en experiencia, y lo mejor de todo, es que es experiencia nueva.


 


 

Continuará…


 


 

El eneagrama, el heptagrama y yo (parte 3)


 

Continúo con el tema de la semiología.

En el artículo pasado mencioné quizá, los 3 principios más grandes que encontré ahí, desglosando el 1º (necesito perdonar para perdonarme). Hoy trataré de escribir sobre el 2º: no querer nada para saber qué quiero.


 

No querer nada para saber qué quiero.

Siempre he querido muchas cosas: materiales, espirituales, sexuales, en fin. Si me pongo a enumerar lo que he vivido persiguiendo no terminaría nunca, así que, en lo general por hoy.


 

Hace unos 10 años creí fervientemente en que lo que necesitaba era una carrera en una gran empresa. Pasé por IBM, por GE, por Mabe… consorcios buenos, de gente "nice", importante y que no pagaba tan mal. Luego de la salida de Mabe pasé por varios lugarcillos hasta que caí en SGS. Qué nefastez de empresa. Fue una desilusión enorme. Pero… gracias a Dios que pasé por ahí, porque entendí, en ese momento, que eso no era realmente lo que quería. Traigo a la mente lo que estoy leyendo en el libro de "La Enfermedad como Camino". Las personas vivimos tropezando, desilusionándonos para entender, tarde que temprano (ojalá, porque mucho no llegan jamás a ese lugar maravilloso) que la verdad es otra.


 

Esto lo menciono porque esos momentos han sido los únicos que me han hecho crecer. Los momentos en los que descubro que no soy más que un simple mortal, incapaz de cambiar nada, más que mi propia perspectiva. Ese es el mundo al que digo que muchos no logran llegar… quizá ni en la muerte. Y bueno, hoy vuelvo a enfrentar esa situación. En la UNITEC llegan las grandes promesas de cambios, de regímenes nuevos y dueños nuevos que como todos, exigen, perdón, esperan algo de uno, prometen y a la hora del matrimonio ¡zaz!, se dejan ver cual miserables son.


 

Pero qué belleza de oportunidad para mí, porque después del nubarrón descubro otras capacidades. ¿A la fuerza?, quizá, pero que al fin florecen. Aún no sé si me vaya a ir bien o no (¿por qué no?), pero al fin y al cabo, lo voy intentar.


 

¿Qué es lo que ya no quiero?

Dejo de querer todo lo que tengo: mi profesión, mis cosas, lo que me rodea. Dejo de querer la docencia, me ha dado muchísimo, pero es momento de dejarla de querer. Ya no la quiero, ya no me satisface, ya no es reconocida como una buena profesión, ni siquiera bien remunerada. Vaya, hasta vergüenza da ver a la lideresa… no de mi sindicato (el gay, si), pero al final de quienes pretendemos vivir de esto. Tampoco quiero seguir queriendo luchar por lo convencional (no siempre lo he hecho, al contrario creo). Tampoco quiero seguir queriendo tener jefe, depender de las decisiones de otro, sino de las que tome yo solo. Tampoco quiero seguir queriendo tener a alguien cerca, ni familia, ni pareja, ni amigos. Quiero dejar también, la marcialidad. Ya no puedo cargar con el futuro ni con el control de mi vida. No puedo más.


 

¿Entonces qué quiero?

¿Qué quiero entonces? Tomar otros rumbos, otros aires, soltar las nueces y arriesgarme de nuevo. Ya lo hice una vez: renuncié a la vida glamorosa de las empresas para irme a la docencia. Ahora quiero despojarme de la vida de la docencia para dedicarme a la mía. ¿Haciendo qué? Otras cosas, me pondré a cocinar, a vender lo que YO hago, lo que YO cocine. Ya tengo qué. Respecto a los otros renglones que señalé arriba, quiero ser más independiente, dejo responsabilidades en los cajones de los demás, si las toman bien, si no, ni modo, ¿no? (gracias Fernando). De la pareja, uyy escabroso tema. Quiero mucho a Jorge, en serio, pero igual que todos: espera sin dar. Dije que debo cambiar esa perspectiva en mi publicación anterior, así que ahora quiero dejar de esperar algo de Él. Si se da, bien, si no, ni modo, ¿no? (otra vez gracias Fernando). Quiero ser irresponsable por una vez en mi vida. Quiero dejar de pensar en el bienestar de los demás. Quiero dejar de enfermarme y de preocuparme. ¿Egoísta? Por Dios, más de uno de los que pudieran llegar a leer esto son peor que lo que estoy diciendo.


 

Acciones:

  • Empezar de nuevo. Los chiles (J) me dejarán lo suficiente (por cierto, hay jalapeños, serranos y chipotles). Primero el Siglo XXI y luego banquetes y restaurantes.
  • Darme a desear. Si quieren, que le lleguen. No que me rueguen… no es lo mismo.
  • Encontraré los síntomas a la colitis nerviosa: urge mediar el trabajo con el descanso. Me descuido mucho, no me divierto casi.
  • Primero yo, luego yo y después… ¿yo?

Continuará…