Wednesday, March 24, 2010

Es un gozo enorme

En estos días, ya instalado acá en Querétaro, me han servido para reflexionar… seguir reflexionando sobre muchas cosas.


 

EL panorama está cambiando enormemente. Veo las cosas tremendamente diferentes a como habían sido hasta antes de quedarme acá. Me he sentido de otro modo. Veo las relaciones con mi mamá y con mis hermanos muy distintas, con una perspectiva mucho más clara que antes. ¿Será que ya empecé a dejar de lado el apego con el que veía las cosas? Quizá sí. En los fines de semana que he estado en México, paseamos sin problemas, comemos delicioso y hacemos exactamente lo que queremos hacer. Me llama mucho la atención que el eco constante de las quejas diarias va desapareciendo. El tiempo que pasamos juntos está teniendo mucha mejor calidad.


 

Este fin de semana que vino Loli fue realmente excepcional. Nos fue muy bien en la venta de los chiles (5 cajas), vimos Avatar en 3D casi solos en la sala nueva de cinemex, hoy desayunamos delicioso en el mercado de la cruz y el paseo a San José de Iturbide fue verdaderamente maravilloso (lugar natal de mi abuelo materno). Loli acá, el helado, la fruta, el jardín, la iglesia, la gente… todo. Estoy al servicio de mi hermana y el amor que me permite darle me satisface enormemente.


 

Me ha servido repasar mis notas de los cursos, hacer los mapas mentales y sobre todo, soltarme. Servir sin reservas, sin estar "pensando", simplemente experimentando más, de forma más consciente, el amor.


 

Me da mucho gusto y agradezco a Dios por esta experiencia. Me siento tan cerca de Él.

Me he sentido triste

Sé que no debiera, pero finalmente soy débil y me pasa aún.


 

El sábado se estrenó la obra de teatro que dirige y aunque no recibí una invitación personalizada, la que recibí me movió mucho. Fue a las 8pm, en el foro frente al mirador del centro.


 

No debería ponerme así, me ha quedado claro que puse de mi parte lo que debía poner (más de la cuenta como siempre). He sido muy amable, y termino pagando los platos como siempre me sucede. Aquí lo malo no es que esté pensando en dejar de ser amable, sino que estoy permitiendo que me afecte… y bueno, también en que debería dejar de ser amable.

La amabilidad está a la baja. De plano no disimuló ni tantito que lo que quería era un refugio. Eso también me duele mucho. Igual que las veces pasadas, todo el rollo de que me quería se quedó en eso: en rollo.

No quiero ni pensarlo. Caigo en tarugadas como el que entonces nadie me quiere. Me quedo pensando, ¿mi madre estará orgullosa de mí?, ¿debería no importarme?, ¿debiera bastarme con estar orgulloso de mí mismo? Ya no sé. Con esto de la amabilidad también… ¿debiera dejar de serlo?, ¿debiera serlo sólo conmigo mismo?, ¿estoy simplemente pensando tarugadas que no sirven en lo absoluto y que solo me lastiman? Y también: ¿puedo seguir confiando en los demás?, ¿creyendo lo que vienen a decirme? No sé. ¿Bajar quizá un poco la incredulidad en la que me muevo?, ¿de verdad soy incrédulo?, ¿tonto?


 

Dios tiene medios muy raros a veces para darme lo que necesito, no lo que quiero. Me cuesta mucho trabajo entenderlo. Mientras tanto permito que los demás me hieran con sus cosas, sus desplantes, sus triples caras.


 

En tus manos encomiendo mi espíritu Señor, sólo en Ti.