Thursday, September 18, 2008

El eneagrama, el heptagrama y yo (parte 1)

En estos días me encuentro sumergido en una de las reflexiones más profundas que he tenido que enfrentar en mi vida, dando la cara quizá a la pregunta más difícil: ¿qué voy a hacer conmigo de ahora en adelante?

Se juntan varias piezas, que francamente, no las vi venir, al menos no todas juntas:

  • Con más de 40 años de edad, el campo laboral se ha convertido en más que un campo, en un cementerio. Soy casi un cadáver para las empresas.
  • Mi carácter de marcial ya no da para más. Es demasiado grande la carga que llevo tratando de proveerme lo que quiero…y tratando de proveer a los demás de lo que esperan de mí. El querer controlar mi derredor es ya insoportable.
  • El esperar algo de los demás, de mí mismo y de Dios es un mero espejismo. He cosechado frustraciones como nunca en mi vida.

Enfrento todo esto como consecuencia de varios eventos: la semiología, el eneagrama, deudas, enfermedades graves y desilusión por vivir. ¿Por qué no me conformé con la carrera de ingeniero, viendo el futbol los fines de semana, llevando mentalmente la estadística con una cerveza en las neuronas? No, tenía que complicarme la vida, leyendo, aprendiendo y lo peor de todo, reflexionando sobre lo que veo, lo que vivo, lo que dejo de vivir, lo que me hace feliz y hasta sobre lo que sufro.

Es ya desgastante. Ya no puedo ni quiero seguirlo haciendo…pero ¿qué digo?, es justo lo que estoy haciendo. La realidad es que no puedo dejar de hacerlo.

Quizá la respuesta es hacerlo de una manera positiva, constructiva, no solo de negación ante los sucesos, sino de construcción ante nuevas opciones de vida. Manos a la obra.


 

En la semiología he visto pasar varias cosas, desde ejercicios prácticos hasta reflexiones sobre mi propia muerte. Hay que empezar con varias reflexiones a la vez, pero en orden:

  • Necesito perdonar y perdonarme. Cargaba aun nueces de hace más de 20 años. Al fin las dejé ir, qué bueno que pasé por Moroleón la semana pasada. Ahí empezó todo y ahí mismo lo pude terminar. ¿Ya se acabaron los perdones? No, para nada, pero quizá ese era el más pesado. Mi propio perdón está avanzado, pero el ser como soy aun necesita de ciertos cortes…con sangre, no hay de otra.
  • Necesito no querer nada para saber qué quiero. ¿Qué haría gratis, así, sin que me pagaran? Hace unos días escuche en mi casa de Querétaro algo parecido. Si quiere uno salir adelante es cosa de dejar de ser quien se es y empezar de cero. Duro, pero solo así…ha coincidido mucho esto en los últimos días, hasta en la película de Moliere: si no lo has hecho, invéntalo.
  • Necesito dejar de ser marcial para moverme a la jovialidad. Esto significa renunciar al control, renunciar al orgullo que me ciega y moverme hacia el disfrute de lo más simple de esta vida.


 

Continuará…


 

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