El dolor se lleva muy dentro, pero cuando es tanto, necesita fluir, salir. Me llama mucho la atención lo que observo, en estos días en los que recién falleció mi tía tan amada.
La familia no llora, no se desahoga como yo. En efecto, no todos somos iguales. He aprendido a dejar salir, a dejar fluir. No significa que hay que hacer espectáculo, andar por las esquinas de la casa y en la calle anunciando ese dolor, pero sí creo que es necesario dejar que el cuerpo explote de vez en cuando para que ese dolor no se convierta después en enfermedad, resentimiento, desquite... u otra cosa peor.
ayer me desahogué en mi casa. Viendo aquella cinta de Otoño en Nueva York, encontré lo que necesitaba para simplemente empezar. Y se me fue la mañana en ello, bendito Dios.
Las que me preocupan son Loli y mi mamá. No sé, cada una en sus propias necesidades y momentos seguramente están fraguando las penas, confío en ue Dios les brinde los instrumentos que necesiten para que lo logren.
Tener a mi madre conmigo ha sido una bendición. Agradezco a Dios infinitamente por ello.
También a Él encomiendo mi espíritu.
Wednesday, September 29, 2010
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