Hace unos días para muchos resultó quizá, hasta conmovedora, la marcha que se realizó en forma de protesta ante la ola de inseguridad y secuestros que se viven en el país. Como idea para llamar la atención de las autoridades resultó en cierta manera efectiva, ya que a raíz de ella surgieron varios compromisos de gobierno y personales alrededor de la nación.
Reflexionando sobre ello, añadí a mis pensamientos algo que no resulta para nada nuevo, pero que me hizo profundizar en el verdadero origen de los problemas de “inseguridad” a los que se reclama solución pronta.
Tomé algunos días para viajar de la Ciudad de México a Morelia y regresar vía Querétaro, para recorrer las autopistas de cuota en las respectivas rutas. Observé el comportamiento de quienes condujimos por esas vías en esos días y es de llamar la atención como nadie respeta nada, absolutamente nada: ni límites de velocidad, ni sentidos de dirección, zonas inseguras para rebasar, en fin. En los poblados (y vaya, en las ciudades tampoco), los semáforos parecen de adorno. Es casi un insulto para los demás el que uno respete la luz roja.
Menciono esto porque la impunidad no nace en las policías ni en las autoridades que se alían con los narcotraficantes o secuestradores. La impunidad nace en cada uno de nosotros y en la educación que recibió, y no en la de la escuela (también ya por demás señalada), sino en la que se recibe en casa.
Si nunca se enseñó a que el respeto por los demás empieza por respetarse a uno mismo, respetando señales de tránsito para a su vez, respetar la vida, ¿qué se puede esperar de una sociedad en su conjunto, que no valora la vida? La ley de “pasar rápido y antes que cualquiera” impera por donde sea en este país. Así que, ¿la marcha no debió empezar por el hogar de cada uno de los mexicanos, enseñando a respetarse y a respetar? Esto es un problema de cultura, de valores, de raíces y formas de pensar, no de exigencias para que las autoridades y las policías examinadas con “pruebas de confianza” ahora se porten bien.
Wednesday, September 17, 2008
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1 comment:
¡Hace tanto que no te veíamos por aquí, bienvenido de nuevo!
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