Me cuesta mucho trabajo empezar a escribir el día de hoy, aún con las ganas que tengo de hacerlo desde hace varios días.
He estado repasando mis apuntes sobre los cursos de semiología. He recorrido buen camino, creo, aunque como siempre el que queda por recorrer es aún vastísimo.
El curso de semiología de la muerte y el de semiología de la felicidad me dejan helado. Son muchas ideas, todas cruciales de lo que debo aprender a hacer con mi vida.
Recolecto ideas de las que he estado trabajando en los últimos días:
- Mi mamá, tiene 72 años. ¿Cómo estaré yo a esa edad? Anoche me preguntaba Lulú, quien se está convirtiendo en alguien muy especial, una persona de esas que he pedido con ansias poder tener cerca… ¿cómo ha tomado tu mamá lo de que te vienes a Querétaro de forma permanente?, ¿ya lo sabe? "Si, ya le platiqué". Me dice que ella con su madre está también trabajando su relación. "Yo no quiero que mi hijo me trate mal cuando yo sea la anciana"… oh Dios. Yo tampoco quiero que me traten mal cuando sea el anciano. ¿Legaré a serlo? No sé, pero si sucede, espero haber logrado para entonces esa lucidez de la que se habla en la semiología de la felicidad, el poder ser consciente de mí mismo, para no tener nada de qué arrepentirme y si mucho de qué alegrarme.
- La UVM me ofrece un puesto de tiempo completo, como investigador y docente de tiempo. Es una excelente oportunidad, además que me permitirá capitalizarme un poco. Estoy devastado económicamente… acabado. Y aquí es donde mi mejor oportunidad se me presenta: el poder establecer por primera vez, una relación profunda, fiel, cara a cara con mi principio de realidad. Estoy acabado, devastado, sí económicamente, pero sobre todo moralmente. He perdido contacto con el exterior, me he aislado, ya no tengo en quién confiar… ni en mí mismo. En efecto, me he visto traicionado, pero no he vencido esas traiciones. Necesito… debo hacerlo, ya no puedo cargar más con eso. Ya basta de arrepentirme de lo que ya pasó, ya no tiene remedio, no puedo hacer ya nada con eso. Nada.
- No he sido yo quien ha quedado mal, y es algo crucial que debo entender y no lo he hecho. No fui yo quien actuó mal. No fui yo quien mintió. Sí, perdí mi casa por confiar y creer, pero fue la parte noble del problema. Actué de buena fe, simplemente le creí. No deposité mi confianza en la persona adecuada.
- Las conservas me siguen motivando, moviendo. No abandonaré el proyecto por difícil que parezca. El empleo en UVM me ayudará para seguir con él. Debo ser muy inteligente ante esta oportunidad. Tengo muchos pendientes, muchos retos. Esta es la realidad de la que hablo: no me gusta nada el amarrarme a un horario en la UVM, pero no tengo otra opción. En UNITEC ya no hay trabajo, y como profesor de asignatura en UVM las cosas son muy inciertas. No tengo otra opción para capitalizarme y seguir con las conservas. Este fin de semana ya no tuve tóner para hacer el folleto L y mucho menos dinero para comprarlo.
- He tocado un nuevo fondo y ha sido terrible. No quiero volver a estar ahí. Ha sido oscuro, eterno. Me ha enseñado cosas nuevas que, de una forma u otra, buscaba saber, pero que no necesariamente resultan agradables. La principal creo que ha sido aquella que comenté hará 2 ó 3 reflexiones anteriores: no debo esperar nada. Ha sido muy cruel aprenderlo. Pero es también una oportunidad enorme de aprender otra cosa: sí, no debo esperar nada, pero también debo aprender a agradecer más. Lo tengo todo: yo… me tengo a mí mismo, no puedo desear nada más. Y qué fortuna poder darme cuenta de ello. Me tengo completo, puedo ver, puedo leer, puedo escuchar, escucho cosas hermosísimas. Puedo comer, digerir, caminar, tocar, servirme agua por mí mismo y tomarla, y lo mejor de todo, puedo hacerlo en conciencia.
- No pasa nada (malo) si decido en conciencia. Anoche que hablé con Luis creo que no se esperaba mi respuesta, pero ni hablar. No quiero volver a caer en lo mismo, y el tomar decisiones en conciencia me ayuda a ello. Quiero que valga la pena lo que he vivido: si no me hago consiente del efecto que han tenido mis decisiones en mí, seguiré tomando decisiones equivocadas. Tengo perfecta conciencia de lo que pasó con Jorge: puse en sus manos mi casa creyendo todo lo que vino a decirme, y las consecuencias han sido devastadoras. ¿Quiero que me pase lo mismo con Luis? No, definitivamente no. Quiero mi espacio, quiero mi tiempo. Quiero respetarme y que se me respete. Y otra cosa que ya aprendí en conciencia es eso: la gente llega hasta donde uno le permite llegar. Si le permito quedarse en mi casa, las consecuencias no quiero ni imaginármelas: no soy su papá.
- Quiero seguir haciendo servicio social, como lo estuve haciendo en Altía. Deberé buscar acá en Querétaro nuevas oportunidades.
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