Wednesday, May 19, 2010

La miseria de nuestro País

He pensado mucho sobre la forma de contar lo siguiente. Empecé creyendo que sería buena idea escribirlo como cuento, luego como historia de terror, luego como tal, sin tapujos… total que no sé a ciencia cierta como debiera hacerlo. Termino contando los hechos como sucedieron, cambiando solo los nombres de las personas para no herir susceptibilidades (¿??).

Una cosa si sé con seguridad: la crisis y por lo tanto, la miseria de este país llamado México, no radica en la problemática económica, la falta de empleo o el narcotráfico. Radica en la forma de pensar de la gente que hace al país, cómo toma sus decisiones, los criterios que sigue y en la congruencia que existe entre su decir y su actuar. Lamento concluir que mis reflexiones sobre las experiencias que tengo, sólo me indican que la mayoría vive en un nivel ínfimo, casi cavernícola.

Pobre México y pobres de los que caen en la trampa de las palabras como hice yo, esas palabras que convencen pero que en el fondo son mera mentira. No sé si quisiera algún día llegar a dominar el arte de engañar, el arte de dar puñaladas por la espalda y más aún, de poder navegar con sonrisa de satisfacción por la vida después de cada estocada. No, mejor me quedo como estoy.

Grande se les hace la boca a los de la institución TuTía (primer cambio de nombre) para solicitar ayuda: "pueden donar en dinero y en especie, incluso con su acción, con su tiempo". Ajá. Cuidado, porque a fin de cuentas si no es lo que ellos quieren, no saldrás bien librado con tu "donativo". Más de un año estuvimos colaborando directamente, tanto en especie, como con dinero y tiempo. Poco fue. Sí, porque el día que la gran dama Takana (segundo cambio de nombre) pide cuentas y revisa, comenta que "para lo que dan, mejor que ya no vengan, al fin que tengo una lista interminable de gente que quiere hacerlo y por más". Ufff, el domingo quise ver esa fila interminable de gente queriendo cooperar… ¿Dónde estaban todos? No vi ninguna.

Lamento mucho lo sucedido, hicimos con mucho amor y entrega lo que hicimos, pero la miseria de pensamiento –ambición dice mi sabia madre- lleva a las personas a hacer esos comentarios y a actuar silvestremente. Lo más curioso es ver cómo Takana, junto con todo su séquito de… colaboradores, que se supone han pasado por la escuela del gran Arsoldo (tercer cambio de nombre), con su actuar dejan ver que nada han aprendido. Todo se resume al valor del dinero.

Dios siempre se encarga, sin necesidad de pedírselo, de establecer el equilibrio. Hoy están arriba, pero un día estarán abajo. Solo ruego a Dios que NO me dé la oportunidad de verlo, porque será dolorosísimo… les dolerá más estar abajo de lo que me ha dolido a mí estarlo.


 

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