Hoy fue un día de plano, sacado del cajón

Hoy fue un día de plano sacado del cajón.

Por la mañana y hacia el medio día tuve una experiencia muy interesante. Déjenme que les comente que hace un rato que conocí a una persona en Querétaro que además de preocuparse por los estados de resultados de algunas empresas, ofrece masajes tántricos y de masseira. He solicitado sus servicios en tres ocasiones y las vivencias realmente han sido muy reconfortantes.

Hay quienes señalan esto como prácticas raras, que si se confunden con el sexo pagado, que si no sé qué...creo que más bien son las envidias de quienes no se atreven a romper sus virtudes antiguas para dar paso a las nuevas...En fin, que ayer reflexioné sobre lo que he obtenido de ello y se lo comentaba a quien ofrece el masaje. Finalmente creo que cada quien puede interpretar las cosas a su gusto, lo importante es lo que yo crea...sí, así de egoísta.

Y bueno, el masaje me ha ayudado insisto, a romper esas virtudes antiguas para dar paso a las nuevas, a esas que me están ayudando a ser el superhombre del que Zaratustra hablaba. Conozco mejor mi cuerpo, ya que al atenderlo y consentirlo sé qué quiere, espera y tolera. No es que no lo conociera...sino que no lo conocía tanto. Mentalmente me ha ayudado a despejar la imagen de mí mismo de una manera diferente, entregando la posibilidad de unirla al cuerpo de manera armónica. Quiero nada más dejar claro que ese concepto de superhombre lo estoy entendiendo en un sentido dirigido a la posibilidad de hacerme un hombre superado por mí mismo, un súper yo más allá del yo que fui antes de experimentar el proceso de cambio...nada de sentirme superior a los demás ni uno de los 4 fantásticos (qué más quisiera yo) y menos por encima de Dios. Es verme superado a mí mismo, es haber roto los paradigmas y las cruces que cargaba, para hacerme quizá de otros y otras, pero que me permitan un mejor vuelo, un vuelo más ligero y sobre todo, más consciente hacia lo que yo quiero.



Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:

yo, porque tú eras al que yo más amaba,
y tú, porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos, tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otros como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.


Ernesto Cardenal, poeta nicaragüense.