En la entrada anterior incluí una reflexión sobre lo que puedo estar dispuesto a hacer, al menos por un día. ¿Qué tal hacerlo diario? Todo cuesta en esta vida, nadie dijo que fuera a ser fácil, pero si nos quedamos en el intento nunca lo sabremos...nunca sabremos de qué somos capaces.
Así que manos a la obra. Inicia con un plan, un plan que no tiene que ser complicado. No intentes llegar a la luna en un solo día, las grandes hazañas se forman de pequeños logros, de logros que se construyen a diario.
El 28 de julio de 1999 tuve la oportunidad de conversar en vestidores con la campeona panamericana de los 10,000 m en el mismo Estadio Olímpico de la Universidad de Manitoba, en Winnipeg, la mexicana Nora Leticia Rocha. Hablábamos de la emoción de ver en el asta bandera la insignia de México, sentir en la piel el Himno Nacional y celebrar ese oro que brillaba en su cuello...en una tierra tan lejana y quizá ajena a nuestra costumbre.
Le pregunté "Nora, ¿qué tuviste qué hacer para ganar el oro esta noche?". Su respuesta me movió y me hizo entender la importancia que tiene el perseverar en este mundo, no importa lo que uno quiera: "¿qué tuve qué hacer? Pensar todos los días, desde que me levantaba al despertar, en la medalla...pensar en este momento...es todo lo que tienes qué hacer para ganar...pensar en ello todos los días."
Y me pregunto...¿cuántos de nosotros tenemos en la mente esa medalla que queremos?, ¿pensamos en ella al despertar?, ¿la recordamos diario? y...¿siquiera tenemos en mente una medalla?
Saber lo que queremos...es la clave.
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